Ya no hay obreros vagos, son todos dulces, sumisos, la concordia entre el obrero público del municipio y su patrón (el Ayuntamiento) es un hecho. Pero, como los dirigentes son los mismos y ellos ya tenían la paz interior quie les dictaba su razón... las cosas no han cambiado si no ha sido a peor.
¿Seguiremos así cuando regalemos un millón y medio de euros más a una contrata?